Aunque la imprenta se
había inventado siglos atrás en China, el alemán Juan Gutenberg la perfeccionó
en 1450. Antes de este invento los libros eran series de pergaminos escritos a
mano. Reproducirlos
era una tarea muy
lenta, complicada y costosa, pues los escribanos tardaban hasta cuatro o cinco
meses en copiar un texto de doscientas páginas.
Los libros se
concentraban en los recintos religiosos, las abadías
y los monasterios,
donde los monjes especializados en la escritura
los copiaban uno por
uno. Posteriormente, los monjes ilustradores los
decoraban con dibujos
y pinturas en miniatura. Como el proceso
implicaba el trabajo
de varias personas y muchos materiales, el costo
de los libros era muy
elevado, por lo que solamente los ricos podían
adquirirlos.
La imprenta hizo más
rápida y barata la elaboración de los li-
bros, pues con ella se
podían imprimir varias copias mediante un
sistema de tipos y
láminas movibles de
metal, los cuales se
llenaban de tinta y
se prensaban en una
hoja. El primer
libro elaborado por
Gutenberg fue
La Biblia, a la que
siguieron diversos
escritos en latín que
iban desde hojas
de oraciones hasta
extensas obras de
literatura, ciencias y
técnicas.
La imprenta causó una
verdadera
revolución: por
primera vez las ideas
y los conocimientos se
difundieron a
miles y, luego a millones,
de personas,
por lo que se hizo
necesaria la creación
de bibliotecas y
escuelas para aprender
a leer y escribir, ya
que la mayor parte
de la población era analfabeta
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